Las tecnologías de la información y la comunicación han cambiado la forma en la que nos relacionamos y hacemos negocios. La hiperconectividad que experimentamos ha sido el resultado de muchos años de evolución. Inicialmente solo existía un mero intercambio de data robusta, luego las redes sociales nos llevaron a evolucionar a la Web 2.0. Finalmente, la descentralización es la principal característica de la Web 3.0. Ya no se trata solo de redes sociales y comercialización base de productos, sino, un acercamiento a blockchains, tokens digitales, monedas digitales y el metaverso.
Debido a la crisis generada por el COVID-19 y el confinamiento, la comercialización de recursos intangibles se ha expuesto aún más. Anteriormente, las patentes, licencias o concesiones, era lo que conocíamos como “Activos Intangibles”, sin embargo, hoy en día hacemos referencia a token no fungibles (NFT) o criptomonedas. Estos activos operan en un mercado similar al tradicional. No obstante, se toma en consideración un sinnúmero de criterios distintos.
Aunque a la hora de redactar este artículo el bitcoin ha experimentado caídas récords, al mismo tiempo que inversionistas líderes de opinión como Bill Gates cuestionan la viabilidad de los NFTs, la realidad es que desde el 2021 este mercado ha crecido muchísimo y podría representar una gran oportunidad.
El crecimiento ha sido exponencial, sin embargo, no es para todo tipo de inversionista. El manejo de este sector requiere de un expertise y se adecua a inversionistas más arriesgados, ya que se los activos digitales se comportan con mayor volatilidad.
A mayor riesgo, mayor rentabilidad. Pero, ¿cuál es la estrategia de manejo de riesgo? ¿Cuál es la rentabilidad que deseas alcanzar? ¿Existen instrumentos más estables que te permitirán alcanzar lo deseado? ¿Tienes conocimiento del mercado? Antes de ceder a la ambición, hay que establecer una estrategia clara. Dependiendo de la inversión, la rentabilidad puede ser alta, sin embargo, en esa misma proporción es el riesgo.
Los activos digitales pueden ser el presente y el futuro, pero también es un sistema económico muy joven, por lo que, el inversionista tradicional requiere mucha información para tener un manejo óptimo de sus recursos.